LA GRAMOLA: STATUS QUO
Revisar la discografía de esta banda es hacer un ejercicio de historia, de la historia del rock con mayúsculas. Status Quo es de esas bandas de las que todo el mundo ha oído hablar pero que no demasiados conocen más allá de sus dos temas insignes: “Whatever you Want” e “In the Army Now”. La verdad es que lo de estos británicos es extraño porque, cuando queremos hacer un top five de bandas setenteras, en la mayoría de las ocasiones los de Rossi suelen quedarse fuera. Si bien es cierto que en los USA no gozaron de la popularidad de otros, también lo es que el tiempo ya los debería haber situado en un lugar preferente dentro de la historia del rock, ¿por qué no, a la altura de Purple o de los Who, por ejemplo?. Es probable que su boogie rock setentero de marcado acento inglés y que provenía de la psicodelia, el beat y el acidblues, difiriese en exceso del boogie americano de Cactus, Canned Heat, Backman Turner Overdrive y similares. Pero lo dicho, Status Quo han facturado obras que a mi entender no le deben tener envidia al In Rock de Purple o al Next de los Who. Dicho esto, sin pretender sentar cátedra y en base a gustos personales y matices discográficos, Status Quo comenzaron como banda allá por los muy primeros años 60 conocidos en primer término en edad de instituto como The Scorpions (no confundir), allá por 1966 se rebautizaron como Traffic Jam, con los que ya sacan algún plástico al mercado de escasísima repercusión, y, posteriormente, como The Spectres, con los que facturaron sus primeras demos y algunos sencillos insistentemente beat, psicodélicos y bluesy.
Rossi, Parffit, Lancaster, Coghlan
En 1968, ya como Status Quo, editan su primer trabajo “Picturesque Machtstickable Messages From…” , donde ya logran meter su primer single en el top 20 de UK (“Pictures of Matchstick Men”). Un álbum con matices blues, un rock muy primigenio y una fuerte influencia inglesa propia de la new wave de los sesenta. El citado single, la coreada y exigida por fans en sus directos “When my Mind is not Live” de claro inicio psicodélico, junto a la resultona y corta “Sheila” pueden representar lo que la banda compuso en ese año. En la misma línea, tal vez un poco más rockera, editan dos trabajos más que conformarían el triplete de raíces ácidas-blues editando “Spare Parts” en 1969 (“Face without a Soul” y “Antique Angelique” iniciaban ya un pequeño asalto al sonido que tres años más tarde se estableció como marca de la casa, o “Nothing at all” con esos coros doblando la voz principal al más puro estilo Beatles) y ya en 1970 se atreven con “Ma Kelly’s Greasy Spoon” , donde el sólo inicio del primer tema ya nos lleva a reconocer a Status Quo. Aquí es cuando Lancaster, Rossi y Parffit consideraron que las bases blues primitivas más el aderezo psicodélico que imprimían no llenaba sus expectativas como músicos, y fue cuando iniciaron su meteórica carrera y ascenso al templo del boggie rock, siempre salvando la delgada línea que los separa del hard rock. La propia “Spinning Wheels Blues”, “Daughter” o “Shy Fly” son una buena muestra de ello. No es Ma Kelly’s Greasy Spoon el disco básico de Status, pero escogiendo entre la tripleta que conforman sus inicios, es, sin duda, el que tiene un acceso más directo a lo que la banda ha sido y es hoy día.
De la mano del año 1971 viene “Dog of Two Head” , (de excelente portada: algo escaso en la historia de la banda) un disco básico para entender todo el estilo de la banda, en él se recogen muy claramente diferenciadas todas sus influencias mezcladas perfectamente con su nuevo sonido. Iniciar un disco con un tema tan atrevido y de un excesivo minutaje como es “Umleitun”g, ya era una carta de presentación de la personalidad de la banda. Y más en un tiempo que aún estaba dominado por los singles y donde en los Lp’s primaba en exceso el primer tema de la cara A y el primero de la cara B. Un tema, comentamos, que aún a pesar del minutaje no roza el sonido progresivo, y que cuya parte central está basada en un punteo simplón y sin excesivo arte ni virtuosismo, que se va acoplando al ritmo que se mueve el tema y que va dando soltura y finalización álgida a la canción. También encontramos “Mean Girl”, tema que podría y de hecho encaja, en cualquiera de sus ya clásicos álbumes que luego revisaremos. Incluso “Gerdundula” con una raíz folk irremediablemente cotidiana. Importante de este álbum es hacerse con la versión australiana en cd que se editó en 2003, con excelentes bonus tracks. Circula igualmente la reedición en vinilo de alto gramaje a cargo de Earmark con una presentación bastante interesante, pero que en contenido se queda en lo que en su día salió al mercado. Evidentemente, remasterizado para la ocasión.
Con «»Dog of Two Head en el macuto, y con una intensa y larga gira inglesa de masiva afluencia, presentan en sociedad dos años más tarde, en 1973, “Piledriver” , para muchos el pilar definitivo de Status Quo, para otros el inicio real de la banda como sonido consolidado, el caso es que ciertamente «Piledriver» ocupa un puesto privilegiado en la carrera del grupo. Encontramos una combinación perfecta de su boogie rock iniciado en determinados temas del «Ma Kelly’s» con cortes de cuidado colchón y textura acústica en “Unspoken Words”, así como en esta ocasión son capaces de cerrar el disco con otro temazo de siete largos minutos “Roadhouse Blues” cuyo título ya nos dice por qué derroteros tira la canción. Abandonan Pye Records y fichan por Vertigo. Hay que ver la de recopilatorios que Pye Records ha sacado ya de la banda aprovechando los primeros discos que hicieron con ellos, y la de tirones de pelos que se dieron. Entrando muy brevemente en este terreno, el mejor recopilatorio de la época Pye que os recomendamos es una box set nada cara de nombre “The 70’s Singles Box-The Pye Singles 1970-1973”, compuesta por 6 cd singles con lo mejor de sus cuatro primeros álbumes.
«Roadhouse Blues», de su afamado disco «Piledriver»
Seguimos con «Piledriver» comentando que aún a este trabajo, a nuestro entender, le resta ese toque sutil que verdaderamente supieron conseguir con su siguiente obra maestra “Hello” , compuesta el mismo año que «Piledriver», con algún “descarte” del mismo (Dios, qué descartes) y nuevas creaciones. Álbum éste que merece la consideración de clásico y que podéis conocer en su totalidad en nuestra sección de clásicos. Comentar en estas líneas que Hello es la repetición del éxito obtenido en Piledriver, y que, sin dejar pasar espacio de tiempo con la gira, y entre las presiones de la compañía, ávida de ventas como buenos buitres, y sus propias ganas de editar y dar salida a sus constantes creaciones, supieron poner en el mercado un disco con una producción de notable muy alto, que es precisamente un factor clave que aleja este trabajo de todos sus anteriores álbumes. De hecho, era su segunda producción propia y ya habían cogido buenas riendas en los controles.
Terminada la casi conjunta gira Piledriver-Hello, editan en 1974 su séptimo álbum de estudio “Quo” , donde he de decir que es el trabajo por el que engancharon al que suscribe estas líneas. Una vez escuché “Backwater” me di cuenta del verdadero potencial de la banda. Volumen alto y a degustar un tema de un boogie sensacional. “Break the Rule”s, “Fine, Fine, Fine”, incluso “Lonely Night” son otros muy buenos temas con los que catar este álbum. Especial mención también para “Lonely Man”, todo un placer, en pie y saluden; New wave inglesa y boggie. Sólo ellos fueron capaces de hacerlo. “Quo” es un disco redondo, donde no sobra nada y donde cualquier tema podría haber sido single.
Llega 1975 y publican “On The Level” , hasta el momento un no parar año tras año de ediciones y giras, sobre todo en UK donde ya reinaban a sus anchas, y donde ya habían colocado varios top ten en forma de sencillos y el Hello como Lp número uno en ventas. On the Level siguió la línea maestra marcada en Hello, pero con gotas hard, sólo gotas, más guitarra, más intensidad, sin restar un ápice de las fabulosas melodías de las que siempre han hecho gala, pero dejando atrás determinados lamentos blues que todavía se cernían por algunas composiciones. “Little Lady” supone el pistoletazo de salida de un álbum forzosamente destinado a ser de nuevo número uno en ventas. Un repaso a “Down Down”, al sencillo y efectivo intento de medio tiempo en “Most Of The Time”, o a “What to do” nos puede hacer ver que Status son ya una banda con sonido propio, identificable y cohesionado. No en vano «On The Level», es el disco a partir del cual la banda comienza a evolucionar dentro del propio sonido Status. Su fuerte apuesta por el rock and roll primitivo de personajes de la talla de Gene Vincent o Bill Haley, unido al boogie que venían practicando les lleva a publicar en 1976 otro clásico del banda, “Blue For You” y otro trabajo más que de forma ininterrumpida defiende su estatus de número uno en UK. El efecto inercia hizo más por este disco que sus propias composiciones, que lejos de ser mediocres, no representaban lo que hasta entonces habían venido ofreciendo. Podemos resaltar “Ring of a Change” de un carácter excesivamente rockandrollero y vacilón donde mecen su boogie con el rock and roll de Vincent o incluso tapizando con algo de Carl Perkins de la época final de su carrera. Un tema en toda regla. O “Rolling Home”, que se desmarca un poco del mítico sonido Status sin perder la esencia de la banda. En realidad, poco más nos puede aportar este álbum sin antes no haber disfrutado de trabajos como los comentados con anterioridad o como algunos de los siguientes.
La fórmula Status ya había calado, no era necesario aún cambiar conceptos, no querían ellos, no querían los fans y evidentemente, no querían ni la compañía ni los promotores. En 1977 publican “Rockin’ All Over The World” con un título tan sugestivo y ambicioso como bueno es el disco. Y que, como todos sabemos, pertenece a John Fogerty en su homónimo trabajo de 1975 de su era post-Creedence. Joyas de la corona de Status Quo se encuentran en este trabajo, impregnado ya por la producción personal de Pip Williams, el cual no necesita excesivo trabajo por dejar que los chicos sigan a lo suyo, la verdad. No obstante, y como opinión personal, el resultado de la intervención de Pip en la producción de Status no fue ni resultó todo lo que se esperaba de él, porque quiso cambiar demasiadas concepciones en Status, editando un disco con grandísimas canciones y otras que sólo el tiempo y los fans han sabido colocar en su sitio. Canciones más elaboradas, con alguna intro bastante interesante y alejada del cliché clásico de inicio incisivo y directo de los Quo. Coquetean en “Let’s Ride” con un primer acercamiento al sintentizador y a los efectos que se encontraban más allá de lo que ellos habían querido cruzar. Otro claro ejemplo de ello lo supuso “Baby Boy”, donde el aire sureño planea por el tema, pero el efecto sampleado que merodea lo desluce por completo. Sin embargo “Can´t Give you More”, “Rockers Rollin’” o la tranquila “Who Am I” suponen himnos absolutos que resultaron imprescindibles en los conciertos de la banda en aquella época. Basta echar un vistazo a los numeroso bootlegs que circulan de Status en los setenta para darse cuenta de ello.
«Rockers Rollin'», de su éxito «Rockin’ All Over The World»
Acabado el año componen lo que fue su décimo-primer álbum de estudio “If You Can’t Stand The Heat” , grabado en Holanda y editado en 1978 (segundo para Mercury que lo editó con doble gatefold, un lujete de la época), y de nuevo con Pip Williams a los mandos de la producción. Un disco éste donde, junto al anterior, empezamos a notar la falta de composición de Lancaster, donde sólo en uno o dos de los temas aporta su valía. Si “Rockin’ All Over The World” supuso un salto a la comercialidad controlada, este trabajo resultó ser la continuación de la fórmula. Escogieron como carta de presentación el tema a modo de single “Again and Again” de contagiosa melodía y ritmo, y así, otras tantas que suponen de este, un buen trabajo («I’m Giving Up My Worryin'» o «Let Me Fly»), aunque nos encontramos de nuevo algún que otro tema en el que la sesión de baile presenta sus credenciales por encima del boogie, acercándose cada vez más a la peligrosa barrera que separa la buena música de la que se hace pensando exclusivamente en sonar de noche en lugares de baile. Podéis escuchar “Accident Prone” y dentro del conjunto de lo que Status ya había hecho en 10 anteriores discos, entender el por qué de estos argumentos.
Pip Williams en el estudio con Status Quo
1979 supuso el bombazo del disco “Whatever You Want” , con un primer tema que supone la bandera del grupo allá donde suene. Se puede no saber qué banda ha compuesto “Whatever You Want”, pero la canción es archiconocida y se tararea allá donde suene. Si bien este disco adolece de las virtudes y frescura de Hello, Quo o incluso Piledriver, sí es cierto que tiene una estructura muy bien montada, una secuencia de temas muy entretenida y un sabor completamente distinto a los dos anteriores trabajos. Trabajan la acústica en la preciosa balada “Living On An Island”, dominan de nuevo el Boogie más acentuado en “Shady Lady” y las preciosas melodías que podemos degustar en “Hard Ride”.
Terminados los setenta, completamente henchidos de gloria en el viejo continente, deciden asentarse unos meses en Irlanda para grabar su primer disco para la generación de los ochenta, “Just Supposin’” que vio la luz en 1980. La banda volvió a coger las riendas de la producción con la ayuda de John Eden: para los despistados, el que al año siguiente produjese el debut en solitario de Graham Bonnet (“Line Up”) tras decidir irse del lado de Blackmore y su arcoíris. Entendemos que “Just Supposin’” tuvo una entrada muy acogedora en los ochenta y que para ser la época que era, supuso un aire fresco que era muy necesario para la banda. No sólo de “What You’re Proposing” bebió este disco, sino que temas del calibre de “Lies” de evidente línea Status setentera, o la delicada y maravillosa “Rock’n’Roll”. Recomendable para relajar el alma. Un auténtico himno de esta banda.
Las sesiones de grabación en Irlanda dieron para bastante más de los temas que quedaron editados en “Just Supposin’”, con lo cual, al año siguiente, con muy poco más trabajo y con la misma ayuda de John Eden, lanzaron al mercado en 1981 “Never Too Late” , con descartes de su anterior trabajo, pero, a diferencia de los descartes que se trajeron de las sesiones de “Piledriver” para el “Hello”, estos de ahora no tenían el valor de aquellos, ni gozaban de la salud que sí lo hacían las escogidas para “Just Supposin’”. En cualquier caso, el público, fiel a la banda, se lanzó en masa a la compra de su nuevo disco, volviendo a entrar en el top five de las listas de ventas, lugar donde llevaban apoltronados desde la edición de “Piledriver” en 1972. ¡¡¡Casi diez años de Top Five!!!. ¿Quién dice que esta banda no está la altura de los Who, que me tiro al suelo de risa? Y esto no es poner a Daltry, Townshend o Moon como banda mediocre, sino, que siendo lo grandes que han sido y son, Status no les deben nada ni les tienen por qué envidiar en mi opinión. Tanto a The Who como a muchas otras. Pero en fin, cuestiones aparte, “Never Too Late”, no es el disco definitivo de Status, eso es evidente, pero goza de buenos temas, como el que da título al álbum, la versión “Carol” de Berry o “Mountain Lady” compuesta de forma íntegra por Lancaster. Gran canción esta.
Llegado el año 1982 editan bajo siglas “1+9+8+2” su decimoquinto álbum de estudio. Para este trabajo ya se había marchado uno de los miembros fundadores, John Coghlan, batería, siendo sustituido por Pete Kircher. No trascendió demasiado la sustitución en cuanto a la característica y equilibrio de la música de la banda, no, al menos, mucho más allá del carisma que Coghlan tenía dentro del grupo como miembro fundador. De hecho, Kircher no participa en ninguna composición de “1+9+8+2”. Si intentamos discernir los cambios en cuanto a batería de una época a otra con distintos miembros, no es precisamente lo más sencillo de hacer en Status Quo. Así como las melodías, los marcados ritmos Boogie de guitarras y las voces muy elaboradas eran y son parte vital del sonido de la banda, no es la batería la parte más elaborada ni más predominante, que no por eso es de baja calidad.
“1+9+8+2” les vuelve a colocar en el número uno de las listas británicas, su single “Dear John” (cedida por John Gustafson, reputado bajista de Roxy Music, Ian Gillan Band y muchas otras bandas), decimos, el single, vuelve a dejar claro que apuestan por su sonido de siempre, siempre una vuelta de tuerca más en sus expectativas de ventas y engrandecimiento de la banda. Como segundo representante del álbum escogieron el tema da inicio al mismo “She Don’t Fool Me”, con esos riffs que Partiff y el teclista Andy Bown llevan repitiendo año tras año, pero que tan efectivos y adictivos son. Destacar también el aporte de Lancaster al disco en dos temas, uno de los cuales pasa completamente desapercibido y que yo no hubiese ni siquiera incluido (“I Love Rock and Roll”), pero su otro aporte es muy interesante (“I Want The World To Know”), sobre todo por la orientación classic rock del sonido, más alejado de los riffs de Rossi y Partiff. Más acorde a lo que el pop y rock británico de esa década venían facturando. Fue el tema alternativo del disco. No obstante, y aún a pesar de que el disco obtuvo unas ventas desorbitadas, no ha representado ni fue un disco que nublase en lo más mínimo a muchos de sus trabajos anteriores. No es el disco por el que deberíamos empezar a escuchar a Status Quo. De hecho, un año más tarde, en 1983, editan “Back To Back” con ventas totalmente diferentes respecto a “1+9+8+2”, y no por ser peor trabajo, (que bajo mi opinión y gusto personal siempre me ha parecido mejor orientado y con mayor empaque que el anterior) sino porque la fórmula comenzaba a perder fuerza a pasos agigantados. La bestial entrada y asentamiento de la NWOBHM, lo estertores Punk, las diferencias internas, y dieciocho años seguidos sin parar siquiera un mes, hicieron que Status se replanteasen su futuro. De hecho la gira de este álbum fue nombrada “End Of The Road Tour”, sin duda todo un varapalo para la legión Quo Army, que veían como su banda iba a parar en seco tras presentar “Back to Back”. Vertigo Records, conocedor de las distancias que ya separaban a los miembros de la banda edita nada menos que cuatro singles de este trabajo, que sólo rozaba los 30 minutos, intentando sacar el máximo rendimiento a lo que se suponía iba a ser lo último que la banda nos ofrecería en estudio. Destacamos “Ol’ Rag Blues” última participación de Alan Lancaster en Status, y fruto de la discordia con la compañía por choque de posturas sobre todo con quien debía o no dar voz a determinados temas. Si echamos un vistazo a todo lo compuesto, nos damos cuenta que Alan era un tío muy orientado al rock, al hard rock y al boggie como característica esencial, y veía como su bebé estaba, poco a poco metiéndose en un hoyo que se acercaba peligrosamente al pop. Esto supuso la salida inmediata de Lancaster (en la foto de la izquierda) de la banda, al cual acompañó el batería.
Otro tema interesante es la revisión que hacen de “A Mess of Blues” interpretada (que no compuesta) inicialmente y de forma magistral por Elvis Presley. A mi entender nada acertada versión de Status, pero muy coreada y solicitada por sus fans en todos sus conciertos. “Can´t Be Done” y “Win Or Loose” son, tal vez, los únicos temas que siguen la línea Status de toda la vida, porque el resto de canciones suponen un relleno peligroso para la banda. “Too Close To The Band” representa una balada interesante que se queda en eso, un pañuelo en el océano Status. Si escuchamos “Going Down Tonight” o “Marguerita Time” podremos observar el riesgo que corrieron editando esos temas. Completamente prescindibles. Esperaron demasiado tiempo para descansar a mi entender.
A partir de aquí la banda se separa y cesan sus actividades. Una pena, porque se llevaban tres lustros donde como gotas de agua iban cayendo cada año un trabajo (sino dos) de los Quo. Pero donde pensábamos que el dinosaurio se había extinguido, nos habíamos equivocado, y tras casi cuatro años de parón, Rossi y Andy Bown movieron sus hilos para recuperar fuerzas y montar un nuevo ejército reclutando a John Edwards para el bajo y a Jeff Rick para las baquetas. En 1986, el mundo estaba preparado para un nuevo trabajo de Status Quo. “In the Army Now” . Aquello era agua de mayo, vuelta al estudio, vuelta a los escenarios y la vuelta de aquello que parecía imposible, lo cual supuso el condimento perfecto para que la expectación fuese masiva en Europa. El álbum no tiene el gancho de muchos de sus predecesores, pero supieron meter un single que supuso la bandera visible de Status en los ochenta, y que aún hoy día perdura como uno de sus temas más representativos, “In The Army Now”, de nuevo una versión, en este caso de Bollan & Bollan, pero en esta ocasión muy acertada, muy actual y muy adictiva. Este trabajo no se queda en el single, podemos escuchas grandes canciones si pulsamos el Play en “Rollin’ Home”, “Dreamin’”, una preciosa “Invitation” o una multicolor “Overdose” que nos deja un agradable sabor de boca para este disco.
«Overdose» de su aclamado disco «In The Army Now»
Tras un regreso por todo lo alto, y sin entender bajo ningún concepto el por qué, dos años más tarde, en 1988 editan “Ain’t Complaining” , todo un despropósito compositivo, en un intento de acercamiento al AOR más previsible, impropio de una banda como Status. Son canciones facilonas, pero carentes de sentido en su carrera. Y, aunque, como en cierta medida, el álbum tuvo un nivel de ventas razonable, fue más por el impulso de su anterior trabajo que por “Ain’t Complaining”. Este es, si cabe, el disco más prescindible de la banda, y el que demuestra que las ventas, incluso en UK, y más allá de la pasta que representen, no son indicativo exacto de calidad. Algún tema como la balada “Who Gets The Love?” o “Burning Bridges” donde es un sí pero no, y que allá por el minuto y medio o así se marcan un ritmo folclórico vulgar e impropio de la banda, predecible y archisonado que no tiene sentido, y que se extiende por el final del tema como la base principal del mismo. A eso lo llamo yo falta de ideas o ideas agotadas. Poco más que decir de este trabajo. Una vez escuchados todos, sirve para completar la colección. Nunca entendí el directo empujón hacia el technodance en “One For The Money”. Escuchadla y juzgar por vosotros/as mismos/as. Horrible.
Pero, todo cambia, todo pasa, y parece que el fracaso del anterior trabajo les hace recapacitar y ver que la dirección de Status nunca podría ser esa, de ahí que justo al año siguiente, en 1989, sin espera a que “Ain’t Complaining” hiciera más daño del que ya hizo, publicaron “Perfect Remedy” de la mano de nuevo de Pip Williams en la producción (curioso el cambio de sonido de un disco a otro habiendo mantenido el mismo productor, nunca nos lo hemos explicado y sigue siendo objeto de debate entre los fans de la banda), donde vuelven a buscar en sus raíces y nos regalan un puñado de canciones en la onda Status y con un completo desentendimiento de su antecesor. “Little Dreamer”, “Perfect Remedy” o “Going Down For The First Time” donde recuperan su vieja esencia de la New Wave inglesa de los sesenta. En definitiva, no está entre los mejores diez disco de Status Quo ni de lejos, pero supuso sacar la espina que “Ain’t Complaining” nos dejó.
Dos años más tarde, y como fundamento contrario al utilizado en este artículo con otros trabajos, “Perfect Remedy” (que ni entro en el top 40) sirvió sin embargo a la banda para dejar atrás “Ain’t Complaining” y para que el público, fruto de la inercia de nuevo, confiase en la banda, con lo que en 1991 publican “Rock Till You Drop” devolviéndolos al top ten con un trabajo basado en sus raíces setenteras. Nos encontramos en la década de los noventa, y nada más empezarla, suenan éxitos tan personales como “Like a Zombie”, “All We Ready Wanna Do” y “One Man Band”, amén de otras menos conocidas pero bastante buenos temas. Así llegamos, tras tres años de espera y un directo de por medio, a 1994 con “Thirsty Work” . Esta ya era un ápoca dominada por los excesivos hits que Status tenían, lo cual impedía casi por completo que tocasen más de dos temas de cada nuevo lanzamiento en sus directos. Una pena, porque “Thisrty Work” tiene canciones que pueden encajar perfectamente en sus discos setenteros. La propia “Goin’ Nowhere” con la que abren el trabajo es digna sucesora de sus sonidos más reconocidos. Melodías trabajadas, marcados ritmos de guitarra y contagiosidad ilimitada. O la vuelta al rock and roll cincuentero en “I Din’d Mean It”, enorme canción. “Soft in the Head” es otra gran canción. En cualquier caso, este trabajo, a pesar de ser muy bueno, hubiese quedado mejor con tres o cuatro temas menos, hubiese quedado más redondo, más directo. El formato Cd estaba en todo su esplendor, y tanto grupos como compañías querían y quieren aprovechar al máximo la capacidad que nos brinda. En ocasiones esto es bueno, en ocasiones no tanto, porque no siempre todo lo que has compuesto es de calidad y hay que saber dejar de lado aquello que no conlleva la misma línea compositiva o de calidad que el resto de temas. Un álbum de 45 minutos hubiera bastado, aunque no seré yo quien diga qué canciones quitaría de este trabajo. Un riesgo muy elevado.
En 1996 editan a través de Polydor “Don’t Stop” , un disco de versiones que abarcan los cincuenta, sesenta e incluso los setenta. Top Five de nuevo, ¿cuántos van ya?. “Fun, Fun, Fun” supuso un primer corte tremendo, que además contó con la participación de lo que quedaba de los Beach Boys, todo un lujo. Los himnos se suceden uno tras otro, “You Never Can Tell” de Chuck Berry, donde clavan la canción con un sonido actual muy competente. Lástima que la personalidad de Berry diese al traste para que pudiese haber puesto su colaboración en el tema para la posteridad. Pero, qué gran canción. “Get Out of Denver” del enorme Bob Seger. Descubrir cuando abres el cd que los Status han versionado a Bob Seger es un choque de trenes. De hecho, Seger, ha tocado versiones de los Status en algunas de sus giras. Curiosa cosa. “Lucille” de Little Richard, menos acelerada y sin llegar a la obvia voz que Richards puso en ese tema en los cincuenta, pero que como tributo queda muy bien, porque además le marcan un ritmo con código de barras de la casa, dejando el piano como colchón en muchas partes de la canción, intentando darle propiedad Status a la canción. Otro acierto a mi entender. Básicamente es un disco redondo donde lo que puede faltar son los hits que cada persona eche de menos con respecto a los grandes de la música rock, incluidos aquí o no. Este tipo de trabajos son aquellos que acercan al público a las raíces de la música que escuchan. Sino fuera por tributos de este tipo, muchos de nosotros/as no nos habríamos preocupado en exceso por averiguar de dónde recogieron el testigo bandas del calibre de los propios Beatles, Lynyrd Skynyrd, Doors, Kinks, Purple, The Clash o Judas Priest.
En la primavera de 1999 editan “Under the Influence” escogiendo a Mike Paxman como productor. El resultado es un disco normalito, audible en el coche, mientras cocinas, o mientras haces bricolaje, pero poco más. Tiene sus canciones que lo representan, pero es un significativo paso atrás de nuevo, ya que llevábamos esperando temas nuevos desde 1994. Abre bien con “Twenty Wild Horses” e incluso la propia “Under The Influence”, pero se va disipando a medida que avanza el disco. Podríamos decir, simulando un vinilo, que la cara A es bastante aceptable, pero que la cara B pasa con más pena que gloria. Si Status es la banda de tu vida, este disco no tiene ningún signo de contagio del “Ain’t Complining”, y que por tanto gusta mucho, pero siendo objetivo, y tras cinco años sin material nuevo, los resultados son escasos y pobres. Vuelta a la falta de ideas. De hecho, y fruto de ello, al año siguiente en el 2000, con el nuevo milenio, nos vuelven a colocar un tributo a sus ídolos de los cincuenta, incluso anteriores, marcando un claro signo de reverencia a Robert Johnson en “Sweet Home Chicago”, para mi mejor plasmada para el rock que lo que hizo Clapton en sus sesiones de Robert Johnson editado con su Dvd molón. Evidentemente cada uno tira para dónde puede y le gusta, pero a mi me gusta más la orientación que le dan los Status a ese blues de Robert Johnson (alma vendida al diablo en mano) que la orientación newblues e intento de captar el más mínimo detalle de la canción por parte de Clapton. Discusiones aparte, este nuevo disco tributo, de nombre “Famous in the Last Century” es un nuevo acercamiento a sus fuentes, pero otra significativa falta de ideas para editar nuevos temas. Del trabajo en sí, es recomendable en su totalidad, al igual que “Dont Stop”, porque hay pocas bandas como Status que sepan llevar a términos excelentes las versiones. Si acaso, Nazareth le pueden dar sombra, en otro nivel, pero por derroteros parecidos.
«Twenty Wild Horses», extraída de su disco «Under The Influence»
Visto lo visto, en 2002, editan nuevo material bajo el nombre de “Heavy Traffic” siguiendo con Mike Paxman en los controles de producción, el cual les lleva de nuevo por el sendero del sonido Status. Saben escoger de nuevo un buen tema para comenzar el disco “Blues And Rythm”. “All Stand Up” supone un enorme tema estribillo en mano, al igual que “The Oriental” (mi favorita del disco) que trae de nuevo y nos evoca sonidos del “Hello” y del “On The Level”. Un lujete editado en 2002. El tema que da título al álbum, “Heavy Traffic” está más orientado al altrock, pero goza aún así de personalidad Status. “Jam Side Down” nos sigue enseñando a unos genuinos Status Quo en plena forma
después de casi treinta y cinco años de carrera. Un muy buen trabajo que la crítica no supo valorar en su momento, pero el que el tiempo ha ido recolocando en las estanterías de los rockeros. En 2005 editan “The Party Ain’t Over Yet” , con un título muy bien escogido para celebrar su 25 álbum de estudio, y también para decirnos que esto no ha acabado, ¡cuidado!. Probablemente se mueva entre el mejor disco de Status junto con “Rock ‘Til You Drop”, desde el “Never Too Late”. Es un disco con mucha fuerza, muy cohesionado, y que no toma aún la consideración de clásico por el poco tiempo que lleva en el mercado. Recomendable haceros con la segunda edición en doble cd con un directo, mismo precio, mayor contenido. Vuelven por completo las melodías vocales geniales, los arreglos de guitarra tan característicos de Rossi y sobre todo de Rick Parfitt. Completo, no es una obra maestra, pero es un disco completo al 100%. Todas sus canciones siguen una corriente lógica dentro del cd, y no hay lugar al aburrimiento. Además saben acabar con “This is Me” como colofón tranquilo y reposado para relax y solaz del oyente.
Ya se venía cacareando la salida del nuevo disco de Status desde finales de 2006, pero no fue hasta que acabó el verano de 2007 que vio la luz “In Search Of Fourth Chord” donde nuevamente recurren a Pip Williams para producirles sus composiciones. El resultado es similar al anterior, muy ajustado, con un inicio muy inteligente de tema “Beggining Of The End” y un tema central donde Rossi vuelve a colaborar con Bob Young para sacarse de la manga un temazo del calibre de “Electric Arena”. El álbum lleva hasta el momento tres ediciones. Os recomiendo la tercera, que, como siempre, goza de mayor contenido, y cuyo precio, a nada que rebusques, lo encuentras al mismo que el de la primera edición, que ya anda desde hace año y medio en serie media. Como curiosidad, la portada establece una similitud con Rossi y Parfitt y sus guitarras, en un espacio a lo Indiana Jones.
Hasta la fecha, las noticias que tenemos es que Status está centrado en componer su próximo álbum de estudio que esperemos vea la luz en 2011 máximo. Mientras tanto siguen dando conciertos en un sin parar absoluto.
Status Quo forman parte de la historia del ROCK por méritos propios, con 50 singles metidos en las listas británicas (único grupo en la historia que lo ha conseguido), con incontables directos, y con un carisma difícil de superar. Atención, moteros, rockeros, heavies, ejecutivos y amas de casa, si a partir de aquí, Status Quo no os merecen la pena nada, es que el rock no es lo vuestro. Pueden no gustar, sonar repetitivos, pero su calidad es innegable, y su aporte a los grupos venideros ha sido innegable. Dadles una oportunidad que probablemente no os van a defraudar.
Autor: Jesús Cabezas (Noko)