ARKONA + DALRIADA + DARKEST ERA – SALA RITMO Y COMPÁS, MADRID – 08/10/2012
Clase práctica de paganismo eslavo
Regresaban el pasado lunes 8 de Octubre los rusos ARKONA para celebrar su décimo aniversario como banda tras el lanzamiento en 2011 de su celebrado disco “Slovo” y lo hacían no solo con toda la formación al completo, sin la decepción del año pasado de encontrarnos con su sección folk sampleada, sino además bien rodeados por dos bandas que no son realmente fáciles de ver por nuestras tierras, la de los húngaros DALRIADA y la de los jovencísimos pero muy prometedores DARKEST ERA, procedentes de Irlanda.
Así pues este era el menú de un lunes por la noche, velada atípica para la celebración de conciertos pero una costumbre que cada vez se va instalando más y más en la dinámica de las promotoras que, en un complejo acto de malabarismo intentan abaratar costes de sala en la confianza de que las propuestas que traen no vean repercutida su respuesta en base a encontrarse a mitad o, como era este caso, a principios de semana.
Lo cierto es que la oportunidad era bastante única y el público respondió bastante bien, con una Sala Ritmo y Compás que, durante la actuación de DARKEST ERA aún no era excesivamente numeroso, pero que si se agolpaba con ganas en las primeras filas de la misma.
Con estas los irlandeses DARKEST ERA salieron al escenario a darlo todo y a pesar de encontrarse con una audiencia aún un poco fría y expectante creo que su entrega convenció a más de uno, sobre todo porque, aunque en las formas se encontraban algo alejados del estilo del resto de bandas del cartel, en el fondo su power metal de carácter evolucionado y largamente desarrollado si ocultaba ciertas reminiscencias folk en las melodías y la filosofía espiritual de los planteamientos vocales del simpático Krum, siempre dispuesto a entregar una sonrisa al público mientras eran los guitarristas Ade Mulgrew y Sarah Wieghell los encargados de derrochar energía y movimiento durante la actuación de la banda. Destacaron la potente “An ancient fire burns” en contraposición con la celta y espiritual “Poem to the Gael”, momento en el que pudimos disfrutar de la voz de Krum en toda su dimensión.
Finalizada la actuación de DARKEST ERA, y tras los consabidos instantes de espera entre grupo y grupo, la ración de folk metal y paganismo comenzaría del todo con la actuación de los húngaros DALRIADA, ya unos veteranos en el círculo de bandas del este europeo y con un estupendo y último trabajo titulado “Napisten Hava” del que darían buena cuenta durante un concierto que, para un servidor, comenzó ciertamente decepcionante por un detalle invitable por parte de la banda, la ausencia de su vocalista y violinista Laura Binder, quien se encontraba esperando a dar a luz en su ciudad natal de Sopron (que vaya nuestra enhorabuena para la feliz mamá desde aquí) y fue sustituida por la más que correcta Anita Kun, quien adquirió un papel quizás demasiado aséptico y circunstancial, interpretando con solvencia los temas, pero sin demasiada personalidad sobre el escenario.
Sea como sea, y a pesar de sufrir un sonido que tuvo algún que otro parón durante el show (la propia Anita no se escuchaba a si misma en los monitores tal y como pudimos discernir de sus constantes gestos de incomodidad), DALRIADA se entregaron al máximo en su concierto, y sobre todo de manos tanto de su guitarrista András Ficzek como de su batería Barnabás Ungar quienes, entre tema y tema, no cesaron en interaccionar con el público, ya sea con preguntas que tenían que ver con los temas, con el alcohol y con el sexo así como con alabanzas sin sentido al humor español de Santiago Segura en Torrente, de quien se declararon grandes fans…
En definitiva, un gran concierto en el que la parte folk de la banda fue solventada correctamente por el teclado y que, a pesar de un sonido que no les hizo justicia, fue caldeando el ambiente y generando las ganas de bailar y gritar suficientes para la descarga estelar de la noche.
Y llegó el momento más esperado de la velada. Ya el ambiente estaba expectante y con ganas de presenciar a una banda que, con su inamovible culto pagano y su dedicación absoluta a sus raíces rusas está consiguiendo año a año llegar a más y más gente y cautivar al público europeo ávido de melodías paganas y culto a la naturaleza con épica metalera, un culto a la naturaleza que su vocalista Masha exhibe sin complejos cubierta por una algo desagradable y cuestionable piel de lobo auténtica, elemento cuya procedencia todos confiamos en que pertenezca a un ejemplar que no haya sido cazado a tal efecto, puesto que, incluso procediendo de un lugar donde la abundancia de estos animales pueda ser mayor, su exhibición no deja de vulnerar ciertamente la dignidad del propio animal.
Intentando pasar este detalle por algo, cosa difícil cuando forma parte tan integrada del show, lo cierto es que la actuación de ARKONA en Madrid fue absolutamente arrolladora, desde su inicio con “Arkaim” hasta el final con la fiesta generalizada que provocó “Yarilo”, los rusos, liderados al mismo tiempo por la magnética presencia a las guitarras de Sergei y el dinamismo constante provocado por el folclórico Vladimir, conquistaron a un público ávido tanto de melodías festivas como las provocadas por “Pamiat” o “Stenka Na Stenku” como de acercamiento más espirituales y guturales como los de “Od Sedka K Nebu” o la evocadora “Slav’sja Rus”.
No fueron especialmente comunicativos, tampoco les hizo falta. Tan solo hacia el final del show Masha se comenzó a animar con cortas y breves frases en inglés con las que comulgar con sus hermanos paganos, en esta ocasión madrileños en su mayoría, y conduncir un concierto que fue protagonizado absolutamente por el trío mencionado, parte totalmente activa de la banda y los encargados de hacer que la noche fuera absolutamente memorable, olvidando en todo momento que los mensajes de las canciones nos eran transmitidos en ruso y poniéndo de nuevo el énfasis en la universalidad de la música y su capacidad de generar emociones y unidad mucho más allá del idioma.
ARKONA celebran 10 años y, visto lo visto, lo hacen no solo en plena forma, sino con un mercado cada vez más y más abierto a su paganismo ruso y a su solidez y autenticidad sobre el escenario.